jueves, 18 de noviembre de 2010

Las piedras mordedoras

Las piedras mantenían alejados a los curiosos. Ellas gruñían y mordían a todo aquel que se acercaba. Ellas vigilaban todo el día, siempre por los alrededores, camufladas como simples piedras. Ellas custodiaban mi castillo. Y luego, al anochecer, venían a mi cuarto y me contaban todo lo que habían visto. Ellas eran mis ojos. Ellas eran la luz que alumbraba mis noches.

5 comentarios:

  1. Malditas piedras cotillas.
    Ten cuidado con ellas porque lo mismo pueden espantar a lo maligno como a lo misericordioso.
    Además pueden equivocarse. ¿Quién son ellas para juzgar?
    En cualquier caso me gusta tu relato.
    ¿Te has planteado escribir tu libro aquí?
    No me cuesta nada leerte.
    ACHUCHONES DE ESOS QUE NO TE HACEN COSQUILLAS

    ResponderEliminar
  2. ¿Mi libro aquí?
    Buff, no sé, demasiado a la vista. Ya sabes que me gusta esconderlo todo en mi castillo oscuro y solitario.
    Gracias por tus achuchones, aunque los prefiero en persona.

    ResponderEliminar
  3. No estaría mal que poco a poco, capitulo a capitulo, sí escribieras aquí...
    No pienso que las piedras sean cotillas, si son nativas es lo que hay... pero me gustaría que no te alejasen de sentir por tí misma. Ni me apetecería que manipulasen tu presente.
    Besos en el ala norte y sur de tu castillo.

    ResponderEliminar
  4. Eso está hecho te achuchare cada vez que te vea, pero me tienes que prometer que no te vas a reir.
    Esta vez tocan besos.

    ResponderEliminar
  5. Noe, tus besos son como rayos de sol en el rostro de alguien que no ha salido a la calle en mucho tiempo. Reconfortantes, cálidos, mágicos.
    Tranquila, no creo que manipulen mi presente, antes tendrán que vérselas con mis piedras. Y lo de mi libro... aquí iré escribiendo un pequeño relato. Según lo que me apetezca. A veces es bueno escribir sin normas, sin complicaciones, sólo lo que sale de tu imaginación.

    Pol, eso de no reírme va a ser más complicado. Pero lo intentaré. Y por cierto, tus besos me gustan tanto como tus achuchones, diría que incluso más.

    ResponderEliminar