lunes, 28 de marzo de 2011

Aquella puerta...

Había una habitación a la que no podía acceder. La puerta no se abría por más que lo intentaba. Había una pequeña cerradura, por lo que supuse que estaba cerrada con llave. Pero aunque registré el castillo de arriba abajo no encontré la llave. Aquello me asombró. Me conocía el castillo tan bien que podía recorrerlo con los ojos cerrados. No había un solo objeto del que yo no supiera su procedencia. Pero por más que intentaba hacer memoria, no recordaba que había tras esa puerta, ni quien la había cerrado, ni donde estaba la llave. Un día se me ocurrió contarles aquello a mis lobos. Y no sé cómo, pero entre todos lograron que me olvidara de aquella puerta.