miércoles, 18 de mayo de 2011

Dentro del bosque.

No tenía muy claro hacia donde me tenía que dirigir, pero algo en mi cabeza me ordenaba la ruta a seguir. El lobo también parecía saberlo, pues de vez en cuando se adelantaba y me guiaba por el bosque. Los árboles se apartaban para dejarnos pasar, con un silencioso respecto que me hizo pensar que quizá mi viaje era más importante de lo que yo creía. Era alucinante. Parecía que todo el bosque conocía hacia donde me dirigía y todos me apoyaban. Así que, caminé con más energías, decida a llegar hasta el final y ver por mí misma que era eso tan importante.

jueves, 5 de mayo de 2011

El bosque

El bosque era profundo y oscuro. El invierno estaba terminando y algunas flores habían empezado a nacer. Hacía viento. Un viento suave que no era el suficiente como para hacerme sentir frío. Un viento que me resultaba agradable después de pasar tanto tiempo encerrada en mi castillo. Los insectos curiosos revoloteaban a mí alrededor, preguntándose quién era yo y qué hacía allí. Me detuve por unos instantes y cerré los ojos. Escuché los murmullos de los árboles y las canciones que entonaba el viento. Era mágico y eso me hizo sonreír. El lobo golpeó con su hocico mi pierna suavemente, indicándome que tenía que seguir andando y así lo hice.

viernes, 29 de abril de 2011

Explorando el exterior

Los días se sucedían con normalidad. No había nada que se escapara de lo cotidiano y eso, fue lo que más me llamó la atención. ¿Cómo era posible que día tras día todo fuera igual? ¿Cómo no cambiaba nada? Porque eso era lo que pasaba. Desde que salía el sol hasta que se ocultaba y desde que la luna brillaba en lo alto hasta que se marchaba, ocurría exactamente lo mismo que en los días anteriores. Y por primera vez en muchos años, supe que aquel castillo había dejado de ser mi hogar. Ya no me sentía segura dentro de sus muros. Las habitaciones me parecían frías y oscuras. Y los largos corredores siniestros y angostos. Así que, cogí una buena capa para protegerme del frío y salí. Era extraño volver a sentir el sol en mi piel y el aire en mis cabellos. Al principio tuve miedo y quise volver, pero después decidí que tenía que avanzar. Caminé hasta que llegué al final de mis terrenos y tuve que traspasar la muralla invisible que separaba mi mundo del del resto. Eso me costó bastante. Fue complicado poner un pie fuera de mis dominios y saber que con eso dejaba atrás toda mi vida. Uno de los lobos se situó a mi lado y me acompañó. Era totalmente blanco y sus ojos tenían un brillo inteligente que no había visto nunca en otro animal. Así que, acompañada por mi lobo blanco salí al mundo y me enfrenté a él.

lunes, 28 de marzo de 2011

Aquella puerta...

Había una habitación a la que no podía acceder. La puerta no se abría por más que lo intentaba. Había una pequeña cerradura, por lo que supuse que estaba cerrada con llave. Pero aunque registré el castillo de arriba abajo no encontré la llave. Aquello me asombró. Me conocía el castillo tan bien que podía recorrerlo con los ojos cerrados. No había un solo objeto del que yo no supiera su procedencia. Pero por más que intentaba hacer memoria, no recordaba que había tras esa puerta, ni quien la había cerrado, ni donde estaba la llave. Un día se me ocurrió contarles aquello a mis lobos. Y no sé cómo, pero entre todos lograron que me olvidara de aquella puerta.

domingo, 9 de enero de 2011

Su mismo idioma

El tema de la melodía seguía en mi cabeza tiempo después de que se dejara de oír. Uno de mis lobos, cansado de verme deambular por el castillo en su búsqueda, me hizo una sugerencia. Me dijo que si quería comunicarme con el que emitía la música debía hablar su mismo idioma. Así que, me senté frente al piano que había en una de las habitaciones y me puse a tocar. Toqué aquella noche y la siguiente y la siguiente. Y pasaron los días y se convirtió en una rutina. Tanto tiempo pasó que al final, acabé olvidándome de el por qué tocaba. Pero un día, vino la contestación. Un día como otro cualquiera, escuché el sonido del violín que tanto me obsesionó. Y ahora, cada noche, mi piano y su violín conversan en el mismo idioma y yo me siento un poco menos sola.